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jueves, 18 de agosto de 2011

MADE IN TU PUEBLO

   La semana pasada tuvo lugar la Feria de Artesanía que cada año se celebra en un municipio diferente de mi isla, y este año se celebró en mi pueblo.
   Así que aproveché para darme un vueltecita por allí y de paso, invertir en artesanía.
   ¿Que por qué una minimalista como yo decide gastarse lo que no ha despilfarrado en un año, en una Feria de Artesanía? Muy fácil, ser minimalista y tener gastos mínimos no significa no gastar nunca, sino hacerlo conscientemente, buscando calidad, y para ello nada mejor que productos artesanos.
   Cuando compras artesanía, compras arte doméstico: una taza de cerámica, hecha a mano, que te vende la misma persona que la ha fabricado; unas cucharas de madera hechas con dedicación; un bolso de paja entretejido con paciencia y con un diseño único en el mundo...
   A propósito de ese bolso, no ha hecho más que llamar la atención: no sé ya cuántas personas me han preguntado dónde lo compré; llama la atención por su diseño, su colorido, pero también porque, inconscientemente, demuestra el cariño que su autora puso en él.
   En la artesanía hay amor, paciencia, perseverencia, saber hacer, dedicación...al contrario de las cosas producidas a gran escala, que están deshumanizadas y desprovistas de "alma".
    Además, cuando compras artesanía favoreces el comercio local, la producción autóctona, mantienes viva la tradición de tu pueblo y consigues una interacción con la persona que ha realizado ese trabajo sólo comparable a la que puedes mantener con el agricultor a quien le compras las verduras. Los artesanos, como los agricultores que venden su propia cosecha, mantienen con el fruto de su trabajo una relación "familiar": son sus "hijos", a los que han "parido" con cariño, y te los ofrecen desde el corazón.
   Así que la próxima vez que necesites una cuchara de madera para revolver tus guisos, o una cartera para llevar tu dinero, opta por la artesanía y si es posible, de tu localidad: estarás eligiendo calidad, diseño y sobre todo, amor.

martes, 9 de agosto de 2011

COMO LOS PERROS VERDES

   El post de hoy de mi amigo Chocobuda ("Hola, me llamo Chocobuda y soy un perdedor"), me ha hecho pensar que yo, a los ojos de los demás, también soy un bicho muy raro.
 ¿Qué me hace pensar así? Pues ciertas costumbres, bastante bien arraigadas en mi persona, que chocan frontalmente con la visión de la vida de otra gente.
  En primer lugar soy vegetariana: eso no es tan raro fuera de esta isla, pero aquí, somos raritos (no es que seamos pocos, que también, sino que a los vegetas se nos califica como "gente rara").
   Luego están otras manías o costumbres como:
   No uso reloj (dejé de hacerlo tras leer "El elogio de la lentitud", y no me arrepiento para nada)
   Hago yoga (vale, cada vez es más común, pero por estos lares suena a new age, buen rollito, porros y hippies en furgonetas Wolkswagen pintadas con arco iris, aunque no sea eso, pero las ideas de la gente son como son)
   No veo la tele (eso es muy sospechoso y sorprendente para el resto de la humanidad, lo achacan a que no tengo tiempo, pero cuando les digo que es por propia voluntad se quedan ojipláticos).
   Mis hijos no juegan con "maquinitas" (para muchos soy una mala madre por eso)
   No tengo las últimas novedades en el tema informático o telemático (mi movil es de lo más sencillo que pude encontrar, creo que ni siquiera hace fotos), con lo cual, más rara todavía.
   Voy a misa (eso ya me cataloga de dinosario para arriba)
   Tengo tres hijos (eso es para ponerme el sanbenito de "loca de atar" y no quitármelo nunca más)
   Sigo casada (milagrosamente) después de once años (vamos, una reliquia viviente, rarita como yo sola)
   Creo firmemente que cuantas menos horas trabajas más productiva te vuelves (comentario y creencia que va en contra de todo lo establecido en mi entorno).
   Consumo productos ecológicos y de comercio justo (una forma de "tirar" el dinero, según muchos de los que me rodean).
   Fomento el con-su-mismo, es decir, siempre ando con lo mismo: los mismos zapatos, los mismos bolsos, la misma ropa, el mismo coche desde hace años...(es un chiste).
   Reciclo (aunque cada vez somos más, todavía hay gente que se sorprende cuando digo que en mi casa se recicla todo lo posible y además compostamos, lo que no nos exime del pago de los tributos municipales por recogida de basura).
   Soy minimalista: voy de tienda en tienda sólo por prescripción facultativa, me pongo de los nervios si acumulo más de una cosa en un armario y me da pereza ir de compras.
   Y a pesar de todo eso, no soy, como cabría esperar, de izquierdas.
   Así que, sé que no soy la única rara, pero soy consciente de que pertenezco a una raza diferente (ni mejor ni peor), de personas "raritas como los perros verdes".