Mi lista de blogs

jueves, 24 de marzo de 2011

SIETE SON SIETE, O MÁS DE LO MISMO

En el libro "El arte de simplificar la vida", decía su autora que con sólo siete prendas de arriba, siete de abajo, siente pares de zapatos y siete abrigos, se podía vestir durante prácticamente todo el año. Siete por cuatro son veintiuno.
Por otra parte, el Proyecto 333 nos ofrecía la posibilidad de vestir con sólo 33 cosas para tres meses.
     ¿Sería posible vestirse con veintiuna o treinta y tres cosas para todo el año?
Hagamos la lista, dejando de lado la ropa de casa, deporte, de dormir y la interior:

Otoño Invierno

1 traje pantalón negro
1 traje chaquea tweed, espiga o lana color entero
1 falda negra tubo o recta
1 jean
1 abrigo negro
1 abrigo rojo
3 jerséis de color enteros (1 negro y 1 marfil entre ellos)
1 blusa blanca
1 bolso marrón
1 salón marrón
1 botines negros
1 collar de perlas
1 par de pendientes de perlas
1 vestido negro
1 salón negro

Primavera Verano

1 traje pantalón azul marino
1 pantalón beig o camel
1 falda camel o caqui
1 vestido estampado de flores pequeñas
1 cardigan de color claro
1 trench
2 camisetas colores lisos
1 camiseta rayas marineras
1 sandalia marrón
1 mocasín azul marino
1 bolso azul marino

Siguiendo el esquema del siete, sería algo así:
Siete partes de abajo

1 pantalón de invierno
2 faldas de invierno
2 pantalones de verano
1 falda de verano
1 jean

Siete partes de arriba (abrigos)

2 abrigos de lana
1 trench
2 chaquetas de invierno
1 cardigan
1 chaqueta de verano

Siete partes de arriba
3 camisetas
3 jerséis
1 blusa

Siete pares de zapatos y bolsos

1 salón marrón
1 salón negro
1 botines negros
1 sandalia marrón
1 mocasín azul marino
1 bolso marrón
1 bolso azul marino

     Es decir, hacemos coincidir una lista con la otra, y comprobamos que se puede, siempre y cuando tengamos en cuenta quitar de dicha lista la ropa de casa, de dormir y de deporte.
¿Podría reducirse aún más esta lista? Si, sin duda, si nuestra actividad es más limitada.
Supongamos que trabajamos a media jornada, o con tele trabajo, en casa, o somos autónomos que no trabajamos de cara al público sino on line; supongamos que tenemos una excedencia (como fue mi caso) o  somos jubilados o pensionistas. Desde luego, en esos casos, necesitaremos muchísima menos ropa.
Ahora, haré una lista de los ultra básicos que podríamos tener en un caso semejante, para demostrar que el minimalismo debe adaptarse a nuestra vida y no al contrario (incluyendo ropa de casa, de dormir y de deporte)

1 traje pantalón negro
1 falda negra
2 jerséis finos de colores lisos
1 abrigo de color vivo
1 salón negro
1 jean
1 trench
1 blusa blanca
1 traje pantalón azul marino
2 camisetas de color liso
1 mocasín azul marino
1 falda camel o caqui
1 sandalia marrón
1 cardigan de color entero
2 chándales
1 pijama
1 zapatillas deportivas
1 camiseta de deporte
En total, 21 cosas para todo el año, a las que sólo habría que sumar la ropa interior.

¿Se puede reducir todavía más este esquema? Por supuesto:
1 jean
2 camisetas
1 abrigo
1 zapatillas de deporte

¿Se puede reducir aún más sin cabe? Claro que si:
1 hábito monacal

Y reducir a la mínima expresión, sería vivir en una comuna nudista en un lugar lo suficientemente cálido como para no necesitar abrigo (suena un poco a Adán y Eva en el Paraíso...ahora que lo pienso, ellos cometieron el pecado de abandonar el minimalismo paradisíaco por el barroquismo mundano, y empezando por la hoja de parra, mira dónde hemos terminado...)
Lo dicho, el minimalismo, que se adapte a nosotros, no nosotros a él. Es de lógica, vamos.






LISTAS ABIERTAS EN EL ARMARIO

    Siguiendo con el tema de la ropa y el minimalismo, he estado haciendo cálculos mentales de lo que debería ser un armario mínimo para una mujer de mis circunstancias, es decir, con un trabajo de oficina de 8 a 3, hijos pequeños, poco o nula vida social y una vida deportiva muy light.
     Mi lista queda de la siguiente manera:

Otoño Invierno

1 traje pantalón negro
1 traje chaqueta de tweed, espiga o lana color entero
1 falda negra tubo o recta
1 parka
1 jean
1 abrigo negro
1 abrigo rojo
5 jerséis de color enteros (1 negro y 1 marfil entre ellos)
1 blusa blanca
1 twin set
1 bolso marrón
1 salón marrón
1 botines negros
1 sombrero negro
1 par de guantes negros
1 pashmina
1 collar de perlas
1 par de pendientes de perlas
1 vestido negro
1 salón negro

Primavera Verano

1 traje pantalón azul marino
1 pantalón beig o camel
1 falda camel o caqui
1 vestido estampado de flores pequeñas
2 cardigans (1 de color claro y otro oscuro)
1 trench
3 camisetas colores lisos
1 camiseta rayas marineras
1 camiseta estampada
1 sandalia marrón
1 sandalia beig
1 mocasín azul marino
1 bolso azul marino
1 collar de bisutería
1 pulsera étnica
1 pañuelo de seda estampado

Además hay que tener ropa interior, ropa de dormir, para hacer deporte y ropa para estar en casa, así que también he hecho la lista:

Ropa interior

10 bragas
2 sujetadores
2 sujetadores de deporte
2 medias negras de invierno
2 medias transparentes de verano
4 medias de calcetín
5 pares de calcetines (de deporte, para dormir y para casa)
1 bañador  (o bikini, dependiendo del tipo de cada una)
2 pañuelos de tela

Ropa de dormir

2 pijamas (uno para cada temporada)
2 camisones (uno para cada temporada)
2 batas (una para cada temporada)
1 zapatillas de dormir
(los calcetines están incluidos en la lista de ropa interior)

Ropa de deporte

2 chándales completos (pantalón y chaqueta), uno por temporada
2 camisetas de deporte
1 zapatillas de deporte
(los calcetines están incluidos en la lista de ropa interior)

Ropa de casa

2 pantalones de chándal
2 camisetas
2 vestidos de verano
1 panties o mallas
2 jerséis
1 chaqueta de abrigo
(los calcetines están incluidos en la lista de ropa interior)

   Si sacamos las cuentas, en total, incluyendo toda la ropa y accesorios, tendremos...95 cosas para todo el año.
   Si nos damos cuenta, podemos eliminar cosas, habrá quien diga que no necesita tanta ropa, habrá quien piense que es demasiada poca, cada cual hará su lista según sus necesidades, pero es un principio.
   Luego viene la duda: ¿este esquema soportará el paso del tiempo?, es decir, ¿la ropa soportará tanto uso?; ¿usaré de verdad todo lo que hay en la lista o podría reducirse aún más?
   Esa es una pregunta interesante, siempre se puede reducir un poco más, pero el punto exacto está en el límite soportable: no se trata de sufrir por no tener más, se trata de liberarse de la carga innecesaria; no es prescindir de lo básico, o de aquello que nos mantiene a flote en medio de nuestras tormentas; se trata de estar a gusto con lo que tenemos.
    ¿De qué serviría tener sólo 33 cosas para todo el año (es factible, de hecho haré otra lista en el próximo post), si eso nos pone tristes y de mal humor, y además nos impide desarrollar nuestra vida diaria con un mínimo de dignidad?

TRUCOS MINIMALISTAS: EL MINIMALISMO SALE DEL ARMARIO

     El minimalismo, poco a poco, se adueña de las diferentes parcelas de mi vida.
Una de ellas es el armario, para lo cual he participado en el proyecto 333 (ver blog de valedeoro), experiencia muy interesante, en la que he descubierto que se puede coger cariño a la ropa, que caminar siempre con los mismos zapatos te proporciona comodidad y que no tener que gastar neuronas en pensar qué me pongo cada mañana, no tiene precio... y que también puedes cansarte de usar siempre lo mismo (sobre todo en lo que a colores se refiere)
Una de esas cosas que facilitan la organización dentro del armario, la encontré por casualidad en mi visita al dentista (¿qué tendrá que ver Juana con la hermana?, dirán ustedes).
Mi dentista no me hace esperar más de cinco minutos, no porque yo sea una VIP, sino porque...es alemán, y de los típicos, de los que parecen relojes de precisión, pero en esos cinco minutos, ojeando mientras esperaba mi turno, una revista de moda, me encontré con esta idea genial:
"La tarde del domingo, selecciona la ropa y accesorios que te pondrás cada día de la semana, luego cuelga en una percha cada conjunto y coloca en cada percha un cartelito con el nombre del día de la semana que te la pondrás".
Una idea simple, pero genial, de esas que una dice "¿por qué no se me habrá ocurrido antes?"
Esta idea facilita la vida, minimiza la cantidad de ropa que necesitas y te ayuda a seleccionar lo que realmente usas y a coordinarlo entre sí, para no acumular cosas en el armario que no te gustan o no te pones.
Reflexionando al respecto, sobre ropa, minimalismo, listas mínimas de cosas que ponerte, he llegado a varias conclusiones:
1.- Se puede vivir con mucha menos ropa de lo que crees.
2.- La ropa debe ser de la calidad suficiente como para soportar mucho uso y muchos lavados.
3.- Usar indiscriminadamente la lavadora, estropea muchísimo la ropa, así que es preferible lavarla a mano
4.- Tampoco hay que exagerar en lo que respecta al minimalismo: puedes quedarte sin nada que ponerte por llegar a los extremos (otra vez Buda tenía razón, el camino medio es el mejor)
Y todo esto da pie al siguiente post (no quiero alargar este innecesariamente...ya se sabe, menos es más, je, je...)

jueves, 17 de marzo de 2011

EL ARTE DE LA ACEPTACIÓN

   En determinadas ocasiones la vida nos pone contra las cuerdas, nos dice lo que tenemos que hacer sí o sí, imponiendo su voluntad sobre la nuestra.
   Y ante esa situación, sólo caben dos alternativas: aceptar o no aceptar.
   Aceptar es duro, es ridículo, es absurdo, antinatural, creemos, porque la primera reacción, la más fácil, es la ira, la rabia, nacida de la frustración y la impotencia.
   Tendemos a revelarnos, como la sangre tiende a salir de la herida, como una consecuencia lógica ante las circunstancias adversas. Creemos que, no sólo estamos en nuestro derecho al pataleo, sino que, de no hacerlo, estamos yendo contra la ley natural humana de la rebelión, que así somos valientes y de lo contrario, cobardes.
   La opción de no aceptar lo inevitable, se convierte a nuestros ojos, en la única viable, decente, legal, y apropiada.
   Pero no es así: la aceptación de lo que no puede ser de otra manera, nos otorga la paz interior necesaria para encontrar el camino adecuado.
   Sin embargo cuesta, cuesta reconocer nuestra pequeñez ante las circunstancias de la vida, cuesta hacer ese ejercicio de humildad que consiste en ser conscientes de la fragilidad humana.
   Cuesta ceder ante otros, reconocer el error, claudicar ante lo evidente.
   Esa actitud nos deja indefensos ante el mundo, desnudos ante la multitud y a merced de la voluntad ajena, pero al mismo tiempo, nos libera de una ira dañina y envenenada dispuesta a desangrarnos espiritual y hasta físicamente sin piedad.
   El odio que anida en nuestra alma cuando no podemos cambiar la realidad que nos rodea y por orgullo, tropezando en la misma piedra una y otra vez, nos empecinamos en no ver lo que tenemos delante; ese odio nos arranca lo mejor de nosotros, nos aleja de nuestro fin más elevado (la felicidad) y emponzoña no sólo nuestra vida, sino también y, especialmente, la de quienes la comparten con nosotros.
  Mientras escribo esto, me vienen a la mente los miles de japoneses que, quizá por su larga historia de desastres naturales y no tan naturales, aceptan la realidad de su tragedia, sabedores de que oponerse a lo irremediable, sublevarse ante lo imposible de cambiar, sólo traerá aparejado más dolor.
  Aceptar no significa doblegarse ante la injusticia, porque si se trata de una injusticia, desde luego estamos ante algo que puede cambiarse, algo ante lo que hay que oponer resistencia porque está en nuestras manos mejorar.
  Aceptar aquello que no puede ser de otra manera es buscar otra manera de ver lo que es, es buscar el mensaje oculto que nos viene dado en cada adversidad, leer entre las líneas de lo inevitable y encontrar enseñanzas que nos ayuden a vivir más plenamente.

jueves, 3 de marzo de 2011

AQUI Y AHORA

   A Jesús le pasa lo que a Buda, sus mensajes son claros y sencillos, pero sus seguidores empezaron a enredar la madeja hasta lo imposible, alejándose del primer mensaje, de lo esencial de su discurso, de tal manera que no vemos más que hojarasca en vez de raíces.
   No está mal, de vez en cuando, acudir a las fuentes en vez de beber el agua embotellada de la sabiduría.
   Y otra vez me he encontrado, en esas fuentes, con la frescura de un mensaje coincidente con muchas cosas que he aprendido del yoga (y del minimalismo): "aquí y ahora", "deja que tu mente descanse y no pienses en lo que hiciste o tienes que hacer, sólo permanece aquí y ahora", eso nos dicen en las sesiones de yoga.
   A lo que Jesús propone un demoledor programa antiestrés, sencillo de decir, complicado de conseguir (como el "aquí y ahora" del yoga): "No andéis preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su afán." (Mt 6, 34).
  Lo dice y se queda tan ancho, como si fuera fácil no preocuparse; claro que antes ha hecho un discurso muy minimalista en el que vuelve a la carga con el "don´t worry, be happy": "No andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido?" (Mt. 6, 25)
   Como colofón añade "Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás" (Mt. 6, 33)
   Ahí te queda esa.
  ¿Y ahora, tú qué contestas?¿que ni duermes ni comes, pensando cómo pagar la hipoteca de la casa donde sólo vas a dormir porque estás todo el día trabajando?¿o pensando en las letras del cochazo con el que presumes las dos horas, con atasco incluido, que tardas de tu casa al trabajo?¿o haciendo cábalas para ver cómo puedes darte unas vacaciones de superlujo para no ser menos que el vecino, aunque tengas que hacer horas extras hasta caer reventado?
  ¿Contestarás acaso que tardas de media quince minutos cada mañana en decidir entre el montón de ropa que no te cabe en el armario, para ponerte de nuevo lo mismo, porque tus neuronas ya no resisten tanta variedad donde elegir?¿Contestarás que se te caducan las cosas en la despensa porque compras comida para un regimiento, aunque vives solo, y ni siquiera sabes qué tiene dentro ese montón de latas del fondo, que compraste sólo porque estaban de oferta?
  No, ya sé, dirás que estás tomando pastillas para dormir o ansiolíticos para resistir las maratonianas sesiones de trabajo seguidas de gimnasio, sauna y comida de empresa a diario; o que acudes al psicólogo para que te haga una constelación familiar porque no tienes tiempo de mirar las constelaciones esas que aparecen cada noche en el cielo.
  Si nuestras vidas se enfocaran en el "aquí y ahora", si decidiéramos dar "a cada día su afán", sin pretender más, sin preocuparnos de cosas materiales que lo mismo que hoy están mañana ya no estarán, no necesitaríamos ni la mitad de las posesiones que tenemos, ni sufriríamos por ellas del modo en que lo hacemos.
   Sencillez, sólo sencillez. Para afrontar la vida hace falta saber que estamos aquí y ahora: el resto, es otra historia.
   Debemos dedicarnos al Reino de Dios, o al Dharma, o a la buena voluntad, al camino recto de los seres humanos dispuestos a ser eso, simplemente, seres humanizados, sensibles, decididos a vivir por y para los demás, sin hacer daño y buscando la felicidad propia y ajena desde la sencillez.
  Cuando veo cómo sufren en sus afanes inútiles todas esas personas que creen que la fama, el dinero, el poder, los amigos coleccionados como si fueran estampitas de fútbol, en fin, las posesiones, les darán la vida eterna, la inmortalidad o al menos podrán conservarlas tras la muerte, deseo de todo corazón que algún día descubran la ignorancia en la que viven, y al mismo tiempo, la alegría de saber que pueden cambiar sus vidas, aquí y ahora.