¿Qué es la Navidad para ti? ¿Sigue teniendo el mismo significado que hace años? ¿Cuánto tiempo hace que no reflexionas sobre ello?
Pensar en la Navidad trae recuerdos, unos dulces, otros amargos, sobre todo de la infancia, época de nuestras vidas en la que éramos (se supone) inocentes y creíamos (firmemente) en los Reyes Magos.
Eran otros tiempos, menos consumistas o con menores opciones, y nos conformábamos con poco. Tal vez era que no había tantos canales de televisión, que lo de los catálogos de juguetes no sabíamos ni lo que era o que Papá Noel era un desconocido que hablaba inglés y por eso no le entendíamos.
En aquellos tiempos pedíamos una muñeca, no “la” muñeca de determinada marca (aunque ya comenzaban a sonar algunas), hoy en día piden la marca y les da igual qué juguete sea...cosas de la vida.
¿Qué recuerdos te trae la palabra “navidad”? Estos son los que me trae a mí:
Un olor: el de los adornos del árbol, guardados en la misma caja de cartón de siempre...años después averigüé que era perfume de magnolias, pero hasta hace poco, para mi ese era el olor de la navidad.
Un sabor (unido a un recuerdo): el turrón de chocolate con almendras, del que me comí una tableta entera con mi amiga Bettina después de la representación del Belén viviente en la Parroquia , en la que salí vestida de angelito de pelo negro, con ella, que era el angelito de pelo rubio (guardo la fotografía de aquél Belén con mucho cariño).
Un sonido: “las Divinas” cantando debajo del balcón de mi casa, cuando todavía eran unas desconocidas, a las que la gente identificaba como “las de Pacovi”.
Para los que no lo saben, que son la mayoría, en mi isla la tradición manda que después del 13 de diciembre, día de Santa Lucía, los grupos de Divinos, es decir, músicos que cantan villancicos por las calles de madrugada, lo hagan hasta el día 23 del mismo mes; la tradición privó siempre a las mujeres de este privilegio, hasta que un grupo de “locas” se saltó a la torera esa norma no escrita: eran las hijas, sobrinas, primas y demás mujeres de la familia de Pacovi, músico popular muy querido de esta isla; comenzaron un puñado de ellas: hoy en día somos más de treinta componentes y cumplimos 25 años las próximas navidades. Me honra y es uno de los mayores motivos de orgullo para mi, formar parte de “las Divinas”.
Un recuerdo entrañable: los ensayos de las obritas de Navidad en la Parroquia (aquellos años de juventud e ilusión).
Un momento dulce: el fin de año en el que comenzó algo hermoso, la relación con el que todavía hoy es mi marido.
Una canción: muchos villancicos que me ponen “los pelos de punta”, aunque mi favorito sigue siendo “Triste Navidad”: recuerdo a Pedro llorando en la misa del Gallo cada vez que cantaban las chicas del coro ese estribillo que dice “qué triste es andar en la vida por sendas perdidas lejos del hogar”, mientras recordaba a su familia, que estaba a muchos kilómetros y millas marinas de él.
Un recuerdo agridulce: el año que repartí las cajas de navidad para las familias necesitadas ayudando a las chicas de Servicios Sociales del Ayuntamiento. Querías llevar un poco de felicidad, pero sabías que detrás de aquellas puertas había mucha tristeza.
Un regalo perfecto: el año en que mi marido me regaló una tarjeta de Intermon en la que me decía que había comprado una cabra y unos pollitos a mi nombre para donarlos a un proyecto en África.
Una cena de Navidad: el año en que mis hijos se empeñaron en que querían huevos fritos para Nochebuena, y los hicimos: la cara de felicidad que pusieron mereció la pena.
Un momento para recordar: el año en que conocí a mi cuñado el pequeño (que tenía entonces once años) y en medio de la cabalgata de Reyes (en la que yo participaba en la organización), me acerqué a él (que todavía no sabía quién era yo) y le dije “¿tú eres el niño que dice que los Reyes Magos nunca le tiran caramelos? Pues toma, de parte de los Reyes” y le dejé un buen puñado. La cara que puso fue indescriptible, me hizo sentir extremadamente bien.
Una tradición familiar: hacer adornos de Navidad con mis hijos para adornar la casa y el árbol. Nada de lo que compres será tan bonito.
Un cuento: siempre, siempre, mi favorito "La cerillera"
Un cuento: siempre, siempre, mi favorito "La cerillera"
Una manía “made in nosotros”: comer gominotas en vez de uvas en fin de año.
Una anécdota del día de Reyes: mi hijo mayor, entonces con tres años, que llega a la cama y nos dice “mami, hay un tigre en el salón...” hablando bajito para que el “tigre” no se “despertara” (era un enorme peluche-asiento en forma de tigre).
Una anécdota de Navidad: mi hijo mayor, con dos añitos, que ve el pelele del hermano, con un muñeco de nieve dibujado y señalándolo, dice “mira, un pollito de mieje”. A partir de ahí, en mi casa, se llaman “pollitos de mieje” a los muñecos de nieve.
Y podría seguir, con muchas más cosas que hacen para mi entrañables estas fechas...¿alguna de esas cosas cuesta dinero, o al menos, mucho dinero? La mayoría son gratis y otras no tienen precio, no pueden comprarse en el Corte Inglés y empaquetarse con lazos de colores, porque...¿dónde encontrarás “pollitos de mieje” en oferta o turrón de chocolate con sabor a belén viviente con tu amiga de la infancia?