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lunes, 26 de marzo de 2012

LOS SECRETOS DE LA FELICIDAD

            Todos buscamos la felicidad, ¿quién lo niega?, pero ¿eso qué es?
            Cada uno de nosotros tiene una idea propia de lo que significa, pero desde luego, todos podemos reconocer la felicidad en las personas que nos rodean.
            Sabemos, nada más verlos, quiénes son felices y quiénes no.
            Veamos algunas características que he encontrado en las personas felices, que nos pueden orientar a la hora de conseguir tan ansiado tesoro.
            Las personas felices...
            Se cuidan: se asean, se peinan (van a la peluquería), se visten con colores alegres o que les quedan bien, tienen estilo vistiendo (cada uno el suyo, pero estilo al fin), se perfuman, se dan cremitas o aceites después de una ducha calentita y reconfortante, se alimentan bien (desayunan como es debido, no un triste café a prisas), toman moderadamente el sol, hacen ejercicio (al menos caminan al aire libre), disfrutan de la naturaleza (la montaña, el mar, los amaneceres, los atardeceres...), comen frutas y verduras mayoritariamente, beben con moderación, duermen a pierna suelta las horas que les pide el cuerpo...
            Sonríen: no esbozan una mueca en la que enseñan los dientes, sino que sonríen con toda la cara, sinceramente, transmitiendo alegría.
            Saludan: sus “buenos días” suenan a música y no a ladridos.
            Conocen tu nombre: puede que sólo te hayan visto dos veces, pero si te han presentado, recuerdan tu nombre. Reconocerás a las personas felices porque son de las que llaman a las cajeras del supermercado por su nombre y les arrancan una sonrisa después de diez horas de trabajo por una mísera nómina.
            Hacen algo por los demás: son altruistas, están metidos en alguna ONG, Asociación o Grupo de ayuda de cualquier tipo, desde protectoras de animales hasta comedores sociales; sea lo que sea, hacen cosas por los demás porque consideran que deben hacerlo y se sienten bien con ello.
            Gozan de buena salud: inexplicablemente los resfriados pasan por su lado sin tocarlos y los virus sienten una especial alergia ante las personas felices, que prácticamente nunca visitan a su médico (con el que sin embargo, tienen una estupenda relación)
            Tienen amigos que son felices: las personas felices atraen a personas felices, y aunque se dediquen a los demás y traten a todo el mundo, sus amigos no son nunca personas “tóxicas” sino gente estupenda.
           Saben perdonar, saben que el rencor y el resentimiento no les hace bien, ni a ellos ni a nadie, y dejan que el amor gane la batalla.
           Tienen algún tipo de vida espiritual, practican alguna religión o filosofía de vida, y encuentran momentos a diario para alimentar su alma.
           Son creativos: pintan, escriben, tejen bufandas o cocinan, pero ponen su granito de arena en la creación de un mundo más hermoso.
          Disfrutan de la vida tal y como es, con sus penas y alegrías, y, aunque también lloran, como todo el mundo, saben que después del llanto viene la alegría y que siempre hay motivos para seguir adelante.
         ¿Y tú, eres feliz? Y si no lo eres, ¿quieres intentarlo? Pues venga, empieza por quererte a ti mismo, luego ya puedes querer a los demás, y por último, pasa esta información a todos los que conoces, es así de fácil, pero, eso sí, empieza ahora y no desfallezcas (el secreto está ahí).

lunes, 19 de marzo de 2012

LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO ES EL APEGO

    Ya lo dijo Buda, y lo repite Chocobuda en su blog, que la causa del sufrimiento es el apego.
   No soy budista, pero reconozco una gran verdad en cuanto la veo, y si por algo ha tenido y tiene la filosofía-religión budista tantos seguidores es porque la verdad se esconde en sus enseñanzas (hasta el Catecismo de la Iglesia Católica reconoce rastros de verdad en todas las religiones, así que...)
   La causa de nuestro sufrimiento es el apego: la necesidad de posesión, ya sea de cosas materiales o de personas, incluso la necesidad de poseer la verdad o al mismo Dios/a, nos causa dolor al no poder materializar esa posesión exclusiva.
   Como seres humanos necesitamos pertenecer a algo (grupo, tribu, familia, amigos, clubes, etc...), para socializarnos y ser realmente de la especie humana; pero una cosa es pertenecer y otra ser dueños de alguien.
   Siempre se ha dicho que si quieres saber si alguien te quiere, déjalo libre: si regresa es que te quiere, y si no, déjalo ir porque su amor no era verdadero.
   Esta reflexion sirve tanto para los que viven como para los que han muerto: dejar marchar a los que ya no están es duro, pero retenerlos en nuestro anhelo por hacerlos regresar es inútil y doloroso.
   Intentar por todos los medios (legítimos y no tan decentes) retener a nuestro lado a la persona amada, no hace más que lastimar a esa persona y a nosotros mismos.
   Claro que sería más tranquilizador saber que nunca se irán de nuestro lado, pero la vida, amigos míos, no se hizo para estar tranquilos.
   Aferrarnos a las cosas porque nos recuerdan a las personas o al tiempo que se fue, nos hace daño: es como hurgar en una herida que quiere sanar pero no la dejamos seguir su curso natural de sanación.
   Así que, por más que nos pese, aunque dé pánico, hemos de desprendernos de ese sentimiento de propiedad que tenemos metido en el alma, hasta el tuétano, y comprender que, si no somos escalvos de nadie ¿cómo podemos pretender que otros sean nuestros esclavos y nos pertenezcan?
   Fluye con la vida y déjala fluir, que, como los ríos, la vida siempre deja en la orilla lo que no debe marcharse y se lleva con ella lo que debe irse.

lunes, 12 de marzo de 2012

TENER MENOS: LA VERDADERA LIBERTAD

   Voy a contar una historia triste, pero, aunque parezca exagerada, real como la vida misma. Voy a contar la vida como si fuera un cuento, que es la mejor manera de aprender las cosas, para ver si así esta experiencia sirve para alentar a más personas a valorar la vida como es, sin artificios.
   Había una vez una familia: un padre que fundó una empresa junto a sus hermanos y otro socio; una madre de las de "toda la vida" que se pasó "toda la vida" cuidando de sus seis hijos, hijos que crecieron y en su mayoría decidieron trabajar con su padre en aquella empresa a la que dedicaron los mejores años de su vida.
   Pasó el tiempo: el padre murió víctima de una enfermedad extraña e incurable, y mientras tanto, aquella empresa también enfermaba de "crisis" y moría al poco tiempo dejando deudas y acreedores, mientras los otros socios se daban a la fuga con gran parte del dinero que habían acumulado en tantos años.
   Finalmente, aquella familia que con gran sacrificio había logrado tener tantas cosas, se vio de la noche a la mañana, en menos de dos años, en la calle y si nada: el embargo les quitó todo (casa, terrenos, coches...)
   Se habían pasado toda su vida trabajando para ver cómo, con la crisis, se hundía su negocio, sus socios se evaporaban llevándose el fruto del trabajo y todo aquello que consiguieron se lo arrebató el banco.
   Solamente uno de los hermanos, que renunció a la herencia del padre (terrenos, casas, coches, pero también acciones de aquella empresa y sus correspondientes deudas) y decidió vivir sólo de su humilde trabajo, evitó perder lo poco que poseía: quedarse con poco le sirvió, dos años después, para conservar ese poco y no perderlo todo.
   A ese hermano del que todos decían que estaba loco por renunciar a una herencia, ahora lo miran con asombro los que se llevan las manos a la cabeza pensando que el juez les ha quitado su casa y aún así deben seguir pagando sus hipotecas.
   Son historias reales, no es un cuento de lobos y caperucitas: esto está pasando en este preciso momento, y me lleva a la reflexión, profunda y convencida, de que tener menos nos libera.
   "No es feliz el que más tiene sino el que menos necesita", dicen por ahí, y es cierto. Yo añadiría que no es más feliz el que más tiene, sino más libre el que menos atesora.
   La libertad de salir corriendo con lo puesto sólo la tiene quien sabe que sólo él /ella se basta, que su "valor" no reside en la cantidad de camiones que precise para la mudanza, sino en aquello que nadie podrá arrebatarle nunca porque está en su interior, no en su cartera.
   Definitivamente, tener menos es la mejor opción: no pierdes porque no tienes, no cargas porque no tienes, no añoras porque no deseas, y el apego que pudieras sentir hacia las cosas es inexistente si no hay cosas.
   La verdadera libertad está en no apegarse a nada ni a nadie, en no "necesitar" sino en ser "necesario", "útil" a los demás.
   Si pones tu valía en tus cosas y posesiones te arriesgas a que cualquier juez determine que ya no vales nada porque te lo quitan todo. Pero ¿qué juez puede quitar nada a quien nada tiene? Ese es el mayor tesoro, el que nadie te puede robar.

jueves, 8 de marzo de 2012

FELIZ DIA DE... ¿QUÉ?

   Supuestamente hoy se celebra el día de la mujer trabajadora, y digo supuestamente  porque opino que trabajar lo hacemos todos (los que podemos), independientemente del sexo que tengamos y lo hacemos todos los días.
   Coincido con mucha gente (hombres, mujeres e incluso niños) que piensan que ¿por qué un día de "la mujer trabajadora" y no del "hombre trabajador"?
   Nosotras mismas nos excluimos del sistema cuando creamos estas "historias" alrededor de algo que, afortunadamente, es cada vez más normal.
   Y digo afortunadamente porque mis hijos no entienden eso de "día de la mujer trabajadora": ellos no ven diferencias entre hombres y mujeres (repito, por suerte) y reivindican, con sus escasos años, que se celebren días de los trabajadores (todos) y punto.
   Para mis hijos es normal que hombres y mujeres hagan lo mismo, porque lo ven por todos lados: sus maestras, la directora del Colegio, su pediatra, su enfermera, su profesora de música (directora de la banda de música, además), la jefa de su padre, la Presidenta de nuestra Administración...todas son mujeres... y ven cómo hombres y mujeres realizan las mismas tareas: en casa su padre y su madre hacen las mismas cosas, ven correr por la mañana a los soldados hombres y mujeres por la Avenida Marítima cuando los llevamos camino de la escuela...
   Nada haría más por la igualdad que vernos tal como somos ahora (independientemente del camino que aún queda por recorrer): personas que desempeñan su función en la vida.
   La igualdad no puede anular o maquillar la esencia de cada cual: las mujeres y los hombres tenemos derecho a ser diferentes y a vivir esa diferencia con orgullo y dignidad, pero sabiendo que en derechos y obligaciones hablamos de personas y no de sexos.
   Miremos el mundo como lo ven los niños: ¿qué tanta historia y escandalera con lo del día de la mujer?¿no somos todos iguales, personas y ya está?
   Así que, desde esa perspectiva, feliz día de las personas.