Es
curioso lo que puedes llegar a pensar mientras lavas los platos: la cantidad de
cosas que pueden pasar por tu cabeza en un minuto son innumerables...aunque, a
veces, consigues centrarte sólo en lo que haces y entonces ¡guau!, tu mente
descansa y entras en una especie de trance estupendo que tu cabecita
atolondrada y estresada agradece enormemente.
Pero
por regla general, lavas tus platos en medio de un montón de cosas que hacer y
con prisas, y si es la loza de la cena, con sueño y ganas de terminar.
Sin
embargo, en medio de esa vorágine de ideas, cosas pendientes y ensoñaciones, de
vez en cuando surgen genialidades.
Te das
cuenta de que lavar los platos es una metáfora de la vida:
Si
lavas tus platos nada más terminar de comer, no se acumulan residuos: si lavas
tus rencores nada más fabricarlos y perdonas, no acumulas resentimiento.
Si tus
platos tienen restos de comida incrustada, es mejor dejarlos a remojo sólo con
agua y lavarlos más tarde: las cosas más duras necesitan paciencia para
resolverse, pero también acción (no dejar los platos al aire y sin remojo, sino
actuar y esperar)
Si
tienes pocos platos, terminas antes tu tarea: acumular posesiones entorpece tu
vida y te quita tiempo para lo importante.
Si
utilizas lavavajillas ecológico, no te harás daño a ti mismo (veáse dermatitis
del anillo, por ejemplo) ni al medio ambiente: para hacer bien tu trabajo no
necesitas dañarte a ti mismo ni a los demás.
Si
tienes tus platos lavados, tu casa parecerá más limpia: el orden físico te
otorga claridad mental.
Si
tienes costumbre de dejar los platos apilados día tras día, se te hace una
montaña lo de lavarlos: dejar los problemas sin resolver, para más tarde, no
hace sino agrandarlos.
Dejar
aunque sólo sea una cucharilla de café en el fondo de la pila, sin lavar,
desluce tu trabajo: sé cuidadoso y esmérate en los pequeños detalles, porque
pueden hacer la diferencia entre lo bien hecho y la chapuza.
Lavar
tus platos con el grifo abierto es un despilfarro: no saber poner límites en tu
vida, también.
Obsesionarte
con la limpieza te hace ver gérmenes donde sólo hay vida: tus neuras te impiden
recibir la vida tal cual viene y aceptarla tal cual es.
La
lista puede ser aún más larga, pero no puedo seguir escribiendo porque...¡tengo
que lavar los platos!