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viernes, 13 de julio de 2012

CUENTO DE NAVIDAD (EN PLENO JULIO)

   Ebenezer Scrooge es el protagonista del famoso "cuento de Navidad" escrito por Charles Dickens en 1843, con el que quería dar un buen "puñetazo encima de la mesa" (palabras del autor), en favor de los pobres.
   La situación de la Inglaterra de Dickens era de todo menos idílica, y con esa parábola sobre el usurero egoista que, ni siquiera en Navidad, era capaz de abrir su mano a los necesitados, quiso dar un aldabonazo en las conciencias de sus conciudadanos.
   Desde tiempos inmemoriales, con el solsticio de invierno, se celebraban fiestas en honor a la vida, a la luz, y a la promesa de renacimiento de la naturaleza, ya que, tras la más larga del año, comenzarían a acortarse las noches, anunciando la llegada de la ansiada primavera.
   Desde esos mismos tiempos, era costumbre intercambiar regalos, hacer donativos y compartir entre todos los miembros de la tribu, las dávidas de la tierra para con sus hijos, precisamente en la época del año de mayor escasez.
   Miles de años después de que se implantaran estas costumbres, un nuevo "Ebenezer Scrooge", tira por tierra la paga de Navidad (el aguinaldo) de los funcionarios, porque, al igual que Eva en el Paraíso y Pandora en el Olimpo, somos los culpables de todos los delitos, los pecados y los males que aquejan a este país.
   Demonizados hasta el extremo (tanto es así que la imagen "oficial" del diablo pasará en breve de ser un calco de Baphomet, medio humano medio macho cabrío, a ser un funcionario), este colectivo no sólo ve reducidas sus nóminas, sus días de asuntos propios, sus días de vacaciones por antigüedad, etc., sino además ve desaparecer su paga extra de Navidad, y lo único que aumenta es su jornada laboral (¿qué tal si también trabajamos los domingos, ya puestos?).
   Mientras tanto, los "Scrooge" que pisan las alfombras del ruedo político, seguirán comiendo pavo y caviar, riéndose de nosotros por ser unos "muertos de hambre", pero también de todos aquellos comerciantes que dependen de nuestros bolsillos para poder llenar los suyos y pagar las nóminas de sus empleados.
   Y no contentos con ello, nos suben los impuestos directos e indirectos y nos exigen más sacrificios...que no estaría mal hacer, si cundiera el ejemplo entre sus filas.
   Sólo espero que, cuando lleguen los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras, y dado que no van a conseguir cambiar las mentes de estos "Scrooge", se los lleven tan lejos como, por ejemplo, al "país de Nunca Jamás" y así, sin ellos, podamos quedarnos nosotros, todos los españoles, en el "país de las Maravillas".
   Amén (así sea).

lunes, 9 de julio de 2012

TU VIDA EN UNA MALETA

   La situacíón económica es tan pésima, que la palabra "emigración" suena cada vez más, incluso entre los funcionarios.
   El ritmo de reformas es tan brutal que no sabemos si, tras la pérdida del horario de verano (reducir la jornada una hora los meses de julio, agosto y septiembre), nos enviarán a las filas del paro a todos los interinos el próximo viernes (los famosos viernes negros).
   Como hoy comentaba un compañero, "los funcionarios a estas alturas, somos como los pasajeros de los aviones del 11 S: sabemos que este avión (la administración) se va a pique y nosotros somos los que vamos a estrellarnos, no hay salvación, lo único que no sabemos es cuánto tiempo más estaremos volando".
   Consideraciones políticas aparte, suena cada vez más, como decía, la frase "voy a emigrar a...(Alemania, Uruguay, Chile...)", y de ahí este post: ¿y si el próximo viernes me quedo sin trabajo y decido emigrar a algún país?¿y si me lío la manta a la cabeza y lo dejo todo por detrás, como hace unas décadas hizo mi abuelo emigrando a Venezuela?
   Sólo de pensarlo se me ponen los pelos de punta: dejarlo todo y marcharnos (mi familia y yo) a lo desconocido. Evidentemente, habría que meditarlo y hacerlo bien, pero se haga como se haga, no puedes llevarte toda tu casa contigo, debes decidir qué dejas y qué te llevas, y claro está, no podrás llevarte mucho.
   Hace años que tengo sobre mi armario una maleta de madera, de esas decorativas, en la que guardo los "papeles importantes" (títulos de estudios, diplomas de cursos y notas escolares...), con la idea (macabra pero real) de "si hay un incendio y tengo que salir de mi casa corriendo, sólo cogiendo esa maleta tendré lo importante a salvo" (claro que salvando primero la vida de mi familia y la mía propia).
   ¿Sería posible meter en una maleta lo verdaderamente importante para ti, lo básico que te llevarías a otro país?
   Es una reflexión interesante pensar en esa idea: un incedio o un traslado urgente,  cosas ambas que se presentan cuando menos te lo esperas, son acicates para establecer prioridades.
   La clásica pregunta de "¿qué te llevarías a una isla desierta?" se convierte en "¿qué te llevarías si emigraras y sólo pudieras llevar una maleta?"
   El minimalismo te ayuda a ver las cosas con la suficiente perspectiva: al pensar en esa posibilidad, me sobraba espacio en la maleta para llevar lo que no quiero dejar por detrás.
   Ayuda saber que, si el próximo viernes me quedo sin presente y sin futuro, y, para que mis hijos puedan comer, tengo que marcharme, lo importante me cabe en una simple maleta, quizá esa de madera que adorna mi armario desde hace años.
   ¿Y tú, tienes espacio en tu maleta?