Me gusta leer elblogalternativo, aunque no comparta todos sus planteamientos. De vez en cuando hojeo esta página y encuentro entrevistas y artículos que me hacen reflexionar, y hace pocos días encontré un artículo firmado por Susana Gerini (pueden verlo en http://www.elblogalternativo.com/2010/03/26/el-supermercado-espiritual-y-su-efecto-cenicienta/#ixzz1BZ9oolEx), en el que hablaba de la creciente comercialización de los productos "espirituales", ya sean materiales (libros, discos, etc) o no tan tangibles.
En ese artículo, Susana Gerini decía, entre otras cosas: "Tanta espiritualidad ante tantos desafíos actuales de la vida hace que nos separemos de la vida, del cuerpo y de nuestra misión real. Descuidamos y desatendemos nuestra vida humana viviendo en un mundo separado".
Y añade: "No nos dejemos llevar por el consumismo y esa necesidad imperiosa de pertenecer. Seamos auténticos con nosotros mismos y dejémonos guiar por nuestro maestro interno a través de esa búsqueda."
Ante estas palabras, y ante el resto del artículo, algo en mi interior dijo "por fin alguien al otro lado".
La gente anda perdida, sin rumbo y en el lodo, como dice la canción, matando a Dios (tal como propuso Nietszche) para buscar nuevos dioses, ídolos de oro falso, maestros espirituales que sólo dan consejo previo pago con tarjeta ("se acepta mastercard"), filosofías y terapias que prometen el nirvana en frascos y la juventud eterna; desesperados, muchos abandonan sus vidas presuntamente grises y vacías para inicarse en los caminos de dioses de nombres antiguos o novísismos, en un cóctel en el que no pueden faltar combinaciones de ovnis, reiki, cartas astrales y meditación trascendental.
Desgraciadamente, estas personas no abandonan esa vida gris, sino que la pintan de colores de ilusión, y lo que relamente abandonan es su responsabilidad ante las circunstancias de su vida.
Todas estas terapias alternativas y estos movimientos tienen, no lo dudo, sus cosas positivas; sólo que, cuando "discretos de tres al cuarto" se aprovechan de la sed de divinidad de las personas para hacer negocio, cuando desvirtúan el verdadero sentido de disciplinas como el yoga o la meditación, por ejemplo, y las mezclan con las profecías mayas y la kábala, para añadir "misterio" a algo tan simple y rodearse de un áura de "misticismo" con fines puramente mercantilistas, hacen un flaco favor a quienes recurren a ellos y a las mismas disciplinas de las que hablan.
Mientras las religiones tradicionales pierden adeptos por segundos, estos "pseudo-filósofos", aglutinan a su alrededor cada vez más seguidores, cosa que no sería nada malo si no fuera porque cobran por ello, al contario que las religiones "oficiales": en esto, aparte de en otras cosas, parecen diferenciarse estas últimas de las sectas.
Y es una pena que esa "sed ardiente de Dios" no se apague donde está su fuente (en la religión, de la que se reniega cada vez con mayor virulencia), sino en aguas estancadas de "felicidad previo pago".
Esa espiritualidad que tanto necesitamos para dar sentido a nuestras vidas, no debe encontrarse a golpe de chequera, pagando por clases de "registros astrales de las familias estelares" (por poner un nombre tonto como los que les endosan a esta clase de "movidas"), sino en la sencilla contemplación de lo que nos rodea, por muy prosaico y manido que nos parezca, porque ya lo dijo aquella Santa "Dios anda también entre calderos".
Lamentablemente, muchas personas se suben al carro de las tendencias "neo-espirituales" sólo como una pose ante la galería, un esnobismo más, como el de comer bio (porque queda chic, no por convencimiento) o ir al nuevo restaurante de moda.
Apliquemos las sabias palabras de un verdadero Maestro, que no cobró nunca por sus enseñanzas, y demos "a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", porque sólo así sabremos otorgar a cada cosa su verdadero valor.
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