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martes, 24 de mayo de 2011

SIMPLIFICA TU VIDA (III)

Simplifica sus vidas, simplifica la tuya: ¿necesitan tus hijos tantas actividades extraescolares o las necesitas tú para poder trabajar o para no molestarte en escucharles y soportarle todas las tardes? Examina tu conciencia y sincérate contigo mismo/a.
Vale, puede que tu hijo de doce años sea un lince con el ajedrez y le encante; bien en ese caso, déjale con su ajedrez y sus clases, competiciones y demás. ¿Pero, además lo tienes en clase de inglés, alemán, yudo, natación, violín y tenis? ¿Y ese niño cuándo estudia, cuándo juega, cuándo ve a sus amigos en un ambiente que no sea el de competición, cuándo mira a las musarañas que se sienten tan solas desde que él no tiene tiempo para mirarlas?
En la vida de los niños, pensar en las musarañas es una de las actividades más importantes, porque...los hace personas. A las musarañas les importan un pepino la pronunciación del inglés de tu hijo, el revés que tenga jugando al tenis o el fabulosos estilo de natación.
Tu hijo, por más que te empeñes, no será al mismo tiempo Rafa Nadal, Winston Churchill y Paganini,  y tampoco tiene por qué. Es mejor que sea feliz, porque ya lo dijo Dostoiewsky “quien ha tenido una infancia feliz, siempre será feliz”, y yo añado “lo contrario, también se cumple: quien ha tenido una infancia triste, en la que no le dejaban jugar, siempre será una persona triste”.
Todavía hoy hay muchas personas y ONGs que luchan contra el trabajo infantil. UNICEF reconoce el derecho de los niños a jugar, y sin embargo, los padres, los que debemos velar por su felicidad, los obligamos a “trabajar” en sus actividades extraescolares y les negamos el derecho al juego.
Simplifica sus vidas y la tuya se simplificará.
¿Necesitas que tu hijo esté en esas actividades para poder cumplir con tus obligaciones de trabajo? Cambia de trabajo, y si no puedes, al menos pon a tu hijo en actividades que le gusten, que no le obliguen a competir sino a colaborar, donde pueda jugar y comunicarse con el juego con otros niños, sin competir, sin tener que seguir usando su parte “racional”, sino utilizar su “inteligencia lúdica”, su imaginación: existen las ludotecas, las clases de yoga o tai chi, el teatro, las clases de dibujo... y el resto del tiempo, por favor, que sea libre.

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