Mi lista de blogs

viernes, 29 de julio de 2011

ALIMENTACIÓN ÉTICA (II)

   Después de leer el libro "Comer animales" de Jonathan Safran Foer, quien sea capaz de comer carne o pescado o bien no tiene dos dedos de frente (y por tanto su discapacidad intelectual le exime de toda responsabilidad) o bien no es un ser humano.
   A mi entender, sólo en los campos de concentración y exterminio se ha visto tal sadismo y crueldad, como los que se aplican hoy en día a la producción de carne, pescado y derivados.
   Si ese mismo trato se diera a humanos, aun en medio de una guerra, sus responsables serían juzgados por crímenes contra la humanidad.
   Creo, como Safran Foer, que producir alimentos de origen animal con métodos tradicionales y ecológicos no es malo; lo malo es consumir esos productos en tal cantidad desmesurada que la producción sostenible sea inviable.
    Puede que no esté mal que haya personas que coman carne o pescado (yo no lo hago, pero soy consciente de que no todo el mundo debe pensar como yo); lo que está mal es ese consumo desaforado y esas formas de producción en la que prima el dinero sobre la salud y el bienestar animal (animales somos también nosotros).
   Nuestros abuelos comían carne sólo en los días de fiesta y pescado sólo si lo pescaban ellos o algún amigo y se los regalaba, y estaban infinitamente más sanos que nosotros.
   En este sentido puede ser sostenible y ético que el pescador que usa una caña o tiene un pequeño barco, coma pescado; lo que no es ético es que las empresas del sector arrasen con los océanos para enlatar ese atún que está en cada plato a diario, de una forma u otra.
   No es ético comer carne todos los días, porque no es necesario para nada en absoluto, es malo para la salud y representa una aberrante injusticia, no sólo con el resto de los animales, sino también con los humanos que pasan hambre.
   No hace falta que todos nos hagamos veganos, sólo que lo haga la cuarta parte del planeta; que la otra cuarta parte se haga vegetariana, consumiendo huevos y/o leche únicamente orgánicas, como manera de fomentar el cuidado y el bienestar animal; y que el resto de la humanidad coma carne como nuestros abuelos (ocasionalmente y en raciones "racionales", no un chuletón de un kilo cada día, como gente que yo conozco), es decir, se hagan flexitarianos.
   Con esta sencilla medida, el negocio de la carne y de las piscifactorías sucumbiría tal y como funciona hoy y tendrían que cambiar sus formas de obrar.
   Creo firmemente que algún día se nos juzgará por "todo lo que hagáis a estos pequeños míos", y no creo que Jesús se refiriera sólo a los niños, sino a todos los seres indefensos ante nuestras tropelías.
   Es por ello que, como San Francisco de Asís, quiero entonar el canto de las criaturas y llamar hermanos a todos los seres que conviven conmigo en este frágil y hermoso planeta azul.

No hay comentarios:

Publicar un comentario