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lunes, 4 de julio de 2011

CRISIS

Mi abuela solía decir que crisis es cuando no hay nada que poner en la mesa (para comer, se entiende).
En mi casa hemos conocido un mes de crisis al estilo de mi abuela.
Todo iba como siempre: cobras tu nómina, pagas tus recibos, haces tu compra, y te queda lo suficiente para ir tirando y para que a mediados de mes te de el susto la hipoteca.
Todo bajo control, vamos, hasta que de pronto, te soplan 600 euros de seguro de la casa y te hunden el barco en alta mar.
Habíamos cambiado de aseguradora porque nos habían dicho que, al tener también el seguro de los coches y el plan de pensiones, nos saldría muy bien de precio (¿?) el dichoso seguro.
Al final resultó que de "bien de precio" nada, y para colmo, apenas cubre nada que te pase en tu casa: es decir, un robo a mano armada en toda regla.
La cuestión es que, aunque reclames, eso no significa que tengas razón o que te la den, y mientras tanto, tienes, por narices, que aplicar una política de austeridad brutal en tu casa, precisamente en lo que menos se debe escamotear (desde mi punto de vista), que es en la comida (lo único en lo que puedes controlar el gasto, porque lo demás es lo que es y no hay vuelta de hoja).
Como decía mi hijo pequeño, "solo quedan tres tristes latas de sardinas en la despensa, están la estanterías vacías", y aunque exageraba un poco, casi casi era así.
De esta experiencia, pese a su tristeza, se pueden sacar varias enseñanzas: la primera, se puede vivir con menos de lo que creemos; la segunda, es importante tener un fondo de ahorro para casos como este (aunque me dirán cómo se puede ahorrar con los tiempos que corren); la tercera, la falta de dinero puede ponerte de muy mal humor; cuarta, el minimalismo te salva de estas situaciones (porque estás acostumbrada a no gastar en banalidades); quinta, te solidarizas aún más con las personas que viven permanentemente en este estado de ansiedad.
Por suerte, tenemos trabajo y nóminas que cobrar, y era sólo cuestión de sobrevivir con lo puesto hasta llegar al ansiado día de cobro, pero ha sido duro estar así desde el 9 de junio en adelante.
Y lo del robo a mano armada del seguro, por desgracia no podemos hacer mucho ahora, pero el año que viene, desde luego, pondremos los puntos sobre las ies para que nos revisen las cláusulas: no hay necesidad de pagar tanto por asegurar una casa en la que prácticamente no hay nada (y mucho menos, nada de valor, que es lo mejor del minimalismo).
Esta experiencia hace que te plantees muchas cosas: ves tu vida desde otra perspectiva, comprendes que los gastos que para ti son normales, resulta que no son básicos, y que con los básicos se puede vivir, aunque eches de menos muchas cosas.
También, por enésima vez, descubres que fiarte de un amigo te puede salir caro (cuando ese amigo trabaja para la compañía de seguros que te ha desplumado la cuenta bancaria), sobre todo cuando, por ser amigo, no lees la letra pequeña.
Sin embargo, de toda experiencia negativa se sacan conclusiones positivas: ser vegetariana es la opción más económica, así que, me reafirmo aún más en mi postura; ser minimalista es la opción más divertida: aprendes a sacarle provecho a lo que ya tienes.
No sé que hubiera pasado si no estuviera acostumbrada a esta clase de vida, en la que voluntariamente he renunciado a lo superfluo, tanto en la comida como en las posesiones materiales: seguramente lo habría pasado muy mal.
Cuando te aferras a las cosas, dominan tu vida; cuando tu equipaje es ligero, puedes partir en cualquier momento y adaptarte a lo que venga.
También he aprendido que es importante tener reservas, no sólo de dinero, sino de básicos en tu casa: esta enseñanza me vino dada hace un par de años, cuando en unas navidades, nos vimos atrapados por un temporal de viento y lluvia tan grande que nadie podía salir de sus casas y dejó de funcionar la central eléctrica; en ese momento comprendí lo importante que es tener un poco de todo y cosas que normalmente no usamos pero que son indispensables en esos casos, como linternas, pilas para las linternas, velas, cerillas, un hornillo de gas (en el caso de que tu cocinilla funcione con electricidad).
Afortunadamente, este mes vino con la paga extra (que no es doble, ni mucho menos), pero las enseñanzas del mes de junio quedarán grabadas en nuestro subconsciente: aprenderemos del pasado para no repetirlo.

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