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lunes, 12 de marzo de 2012

TENER MENOS: LA VERDADERA LIBERTAD

   Voy a contar una historia triste, pero, aunque parezca exagerada, real como la vida misma. Voy a contar la vida como si fuera un cuento, que es la mejor manera de aprender las cosas, para ver si así esta experiencia sirve para alentar a más personas a valorar la vida como es, sin artificios.
   Había una vez una familia: un padre que fundó una empresa junto a sus hermanos y otro socio; una madre de las de "toda la vida" que se pasó "toda la vida" cuidando de sus seis hijos, hijos que crecieron y en su mayoría decidieron trabajar con su padre en aquella empresa a la que dedicaron los mejores años de su vida.
   Pasó el tiempo: el padre murió víctima de una enfermedad extraña e incurable, y mientras tanto, aquella empresa también enfermaba de "crisis" y moría al poco tiempo dejando deudas y acreedores, mientras los otros socios se daban a la fuga con gran parte del dinero que habían acumulado en tantos años.
   Finalmente, aquella familia que con gran sacrificio había logrado tener tantas cosas, se vio de la noche a la mañana, en menos de dos años, en la calle y si nada: el embargo les quitó todo (casa, terrenos, coches...)
   Se habían pasado toda su vida trabajando para ver cómo, con la crisis, se hundía su negocio, sus socios se evaporaban llevándose el fruto del trabajo y todo aquello que consiguieron se lo arrebató el banco.
   Solamente uno de los hermanos, que renunció a la herencia del padre (terrenos, casas, coches, pero también acciones de aquella empresa y sus correspondientes deudas) y decidió vivir sólo de su humilde trabajo, evitó perder lo poco que poseía: quedarse con poco le sirvió, dos años después, para conservar ese poco y no perderlo todo.
   A ese hermano del que todos decían que estaba loco por renunciar a una herencia, ahora lo miran con asombro los que se llevan las manos a la cabeza pensando que el juez les ha quitado su casa y aún así deben seguir pagando sus hipotecas.
   Son historias reales, no es un cuento de lobos y caperucitas: esto está pasando en este preciso momento, y me lleva a la reflexión, profunda y convencida, de que tener menos nos libera.
   "No es feliz el que más tiene sino el que menos necesita", dicen por ahí, y es cierto. Yo añadiría que no es más feliz el que más tiene, sino más libre el que menos atesora.
   La libertad de salir corriendo con lo puesto sólo la tiene quien sabe que sólo él /ella se basta, que su "valor" no reside en la cantidad de camiones que precise para la mudanza, sino en aquello que nadie podrá arrebatarle nunca porque está en su interior, no en su cartera.
   Definitivamente, tener menos es la mejor opción: no pierdes porque no tienes, no cargas porque no tienes, no añoras porque no deseas, y el apego que pudieras sentir hacia las cosas es inexistente si no hay cosas.
   La verdadera libertad está en no apegarse a nada ni a nadie, en no "necesitar" sino en ser "necesario", "útil" a los demás.
   Si pones tu valía en tus cosas y posesiones te arriesgas a que cualquier juez determine que ya no vales nada porque te lo quitan todo. Pero ¿qué juez puede quitar nada a quien nada tiene? Ese es el mayor tesoro, el que nadie te puede robar.

2 comentarios:

  1. Hola Nuala, estoy contigo, si las pequeñas cosas nos lastran y nos quitan libertad, no quiero ni imaginarme pasar por la situación tan dramática que comentas.
    Cada vez que regalo un DVD o un libro siento a pequeña escala una sensación de libertad, ya no necesito preocuparme en qué estantería colocar esas cosas... De vez en cuando, me desprendo de algo más "importante". Recuerdo la sensación de libertad que me produjo vender la moto. Sueño en el día en que pueda prescindir del coche.
    Cuanto menos tengo, más libre me siento, yo no lo he aprendido de forma dolorosa sino todo lo contrario.
    Muy a mi pesar, en mi familia hay quien considera que tener muchas posesiones es bueno aunque todas esas posesiones estén abandonadas y no den más que problemas. Cuando me toque heredar, estoy seguro de una cosa, voy a heredar problemas, muchos problemas, Dios quiera que pasen muchos años hasta entonces.
    Me ha encantado tu artículo. Un saludo.

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  2. Luis José, si me lo permites, un consejo: si quieres evitar problemas, cuando te toque heredar, vete a un notario, invierte cincuenta euros (o menos, pero seguro que no será más) y renuncia a la herencia. Si ya sabes que te traerá problemas, es mejor no tener nada y ni recibir nada que rodearte de posesiones que no harán más que perjudicarte.
    Espero que pase dentro de muchos años, pero también espero que recuerdes esta historia por si te hiciera falta.
    Saludos y seguimos en contacto.

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