Mi lista de blogs

martes, 12 de abril de 2011

INCONGRUENCIAS Y MEDITACIÓN

Un día, mientras me tomaba mi tradicional café con leche en la cafetería de siempre (si vienen por aquí, no dejen de pasar por el “Bistró Restaurante La Placeta”, y que conste que no tengo acciones), uno de los camareros me hizo el siguiente comentario:
     “Yo no entiendo a la gente: se comen una lasaña llena de nata y queso, luego una tarta de chocolate con nata, y el cortado te lo piden con leche de soja y sacarina ¿tú lo entiendes?, porque yo no. Por hacerse los “modernos” piden la leche de soja, después de atiborrase a grasas y la sacarina después de tanta azúcar...que va, le gente está mal, te lo digo yo...si supieran el ridículo que hacen...se lo pensarían un poco, de verdad.”
     A veces, hacemos cosas incongruentes, sin ningún sentido, a lo tonto, y todo ello por no pararnos a pensar, reflexionar o meditar.
Hay distintos tipos de meditación y dependiendo de quién lo diga podemos estar hablando de conceptos incluso antagónicos. Para un budista tibetano, meditar es concentrarse en un pensamiento concreto para interiorizarlo y así llevarlo a la práctica; para un yogui (que no es el famoso oso, sino un practicante de yoga) es concentrar la atención en el propio cuerpo y la respiración, dejando que los pensamientos fluyan  sin aferrarse a ninguno, y con los ojos cerrados; para un budista zen, la meditación es dejar la mente vacía (o mejor dicho, en el vacío), mientras los ojos siguen abiertos sin fijarse en ningún objeto en concreto.; para un cristiano, meditar es pensar en lo que ha hecho a lo largo de la jornada y reflexionar sobre sus pecados (errores, fallos, faltas de amor) para mejorar como persona.
Pero, seamos como seamos, creamos en lo que creamos, necesitamos hacer una pausa por lo menos una vez al día, para hacernos las siguientes preguntas:
¿Quién soy yo?
¿Qué hago aquí?
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
¿Hacia dónde quiero ir?
A veces bastan unos minutos, otras veces, necesitamos usar nuestras vacaciones de verano para ello, y en vez de correr hacia la playa de la arena, nos quedamos en algún lugar apartado (o en nuestra propia casa), pensando qué queremos hacer y cómo.
Cuanto más meditemos, reflexionemos, pensemos o hagamos “examen de conciencia”, mejor nos irá en la vida: seremos conscientes de lo que hacemos y por qué, y por supuesto, dejaremos de pedir leche de soja con el cortado, después de atiborrarnos de nata en el postre.
La meditación, la reflexión o como queramos llamarla y hacerla, nos da claridad, paz y conocimiento de nosotros mismos; además es un regalo que le hacemos a nuestro espíritu sediento de cariño, del cariño que sólo nosotros mismos nos podemos dar a nosotros mismos, porque si tú no te quieres ¿quién te querrá?
Al dedicarnos un tiempo a nosotros mismos, nos volvemos más espirituales, más pacíficos, más atentos a los demás, mejores personas, aunque no seamos perfectos.
Seremos congruentes con nosotros mismos y eso se reflejará en el resto de nuestros actos.
Párate a pensar antes de hacer y verás que simplificas tu vida y mejoras todo lo que haces.


No hay comentarios:

Publicar un comentario