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jueves, 28 de abril de 2011

LAS ABEJAS SE MUEREN

    Cuando era pequeña aprendí que, por mucho que fueran molestas, a las abejas no se las mata; la explicación era que podían “enfadarse” y picar, pero creo que, instintivamente, “los de antes”, nuestros antepasados, sabían de la importancia de las abejas y su función vital para la supervivencia del planeta, a saber, la polinización sin la que no es posible que los árboles frutales den fruto, los animales coman esos frutos y los carnívoros coman esos animales.
    Ahora, dicen que las abejas se mueren: en parte por los venenos de los cultivos, en parte por el efecto de la telefonía móvil... ¿o será porque detectan cosas que están pasando y que nosotros no percibimos por ceguera o por estar alejados y desconectados de la tierra?
    Hace sólo unos días se detectó un terremoto de 3’9 grados en el mar, en las costas de mi isla: se produjo a las 12:00; mi perra estuvo extraña durante algunos minutos a esa misma hora. Ella que es alegre y busca siempre la compañía humana para que le den de comer, a esa misma hora buscó de manera casi desesperada nuestra compañía, y al ofrecerle un “aperitivo”, lo rechazó, buscando insistentemente que la acariciáramos, buscando nuestras manos con su hocico, pegándose a nosotros de una forma inusual. ¿Detectaría ella que algo estaba pasando?
    Los animales saben que las cosas están cambiando en nuestro hábitat; los animales humanos, ciegos, sordos y mudos ante lo evidente, no nos enteramos.
    He visto abejas muertas en la terraza de mi casa siempre días antes de que pasaran cosas; antes del terremoto de Japón, antes del terremoto del otro día...¿serán casualidades?¿será que las abejas sienten vibraciones imperceptibles para otros animales, entre ellos, nosotros?¿será que quiero ver cosas donde no las hay?
    La desconexión que tenemos los animales humanos con nuestro entorno natural es tan grande que estamos incapacitados para detectar lo evidente; aunque quizá los niños puedan aún hacerlo ¿será por eso que mis hijos, que siempre están descalzos en el jardín, me han pedido estos días ponerse los zapatos, porque ahora “les molesta caminar por las piedras”, cuando nunca les ha molestado?¿Perciben ellos a través de sus pies vibraciones extrañas y prefieren desconectarse y no percibirlas porque intuyen “cosas raras”?
    Es inevitable, ante los acontecimientos que sacuden al planeta últimamente, hacerse preguntas, preguntas muy incómodas: las grandes preguntas ¿de dónde venimos?¿A dónde vamos?¿Se acabará el mundo mañana mismo o esto ha sucedido antes y no nos hemos dado cuenta hasta ahora, momento en el que los visionarios de turno nos bombardean con el sonido de las trompetas del último día?¿Que ganan los que anuncian tales trompetas con meternos miedo en el cuerpo?¿Qué perdemos al creerlos o no creerlos?
    ¿Las abejas se estaban muriendo desde hace años sin que nos percatáramos o es ahora cuando lo hacen de manera extraña?¿Esto se acaba, es el comienzo de algo, el fin de algo...o todo sigue igual?¿Este pánico que se percibe entre la gente se debe a que “las cosas se están poniendo muy raras”, a que estamos ante un cambio de dirección que la crisis económica ha provocado (el camino del progreso nos ha llevado a un desfiladero ante el que sólo cabe la marcha atrás)?¿Será que esa percepción de que “lo conocido hasta ahora ya no funciona”, provoca pánico y desazón?¿Será que necesitamos acabar con todo esto conocido porque estamos hartos, y aunque nos asuste, nos seduce la idea de un cambio (esperando que sea para mejor)?
    Como dice la canción “qué será, será, lo que haya de ser será y sólo sucederá lo que Dios querrá”, o traducido para mentes más complicadas, el camino está trazado, pero hay que abrirlo.
El camino de la vida es un proyecto (que se puede modificar sobre la marcha) para la construcción de algo más grande que nosotros: la historia de la Humanidad es un proyecto escrito que al realizarse puede sufrir tantas modificaciones (modificados de proyecto, dirían los técnicos) como queramos. Aunque las directrices están marcadas, el rumbo puede variar: depende de nosotros llegar a donde queremos, depende de nosotros que las abejas sigan muriendo o que no lo hagan.

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