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jueves, 16 de febrero de 2012

HORROR VACUI

    Hace algún tiempo, el entrañable Chocobuda dijo algo sencillo pero demoledor en uno de sus post:
    "Identifica lo que para ti es realmente importante para vivir.Desecha todo lo demás"
    Parece de una simplicidad mortal, pero casi nadie sigue estos dos humildes consejos ¿por qué?
    “Horror vacui” dice el latinajo: horror al vacío, frase que se aplica al estilo barroco, en el que se mezclan en tropel todos los elementos estéticos habidos y por haber en cada obra de arte.El exceso de barroco se llama rococó, y ambas palabras se relacionan hoy en día con la exageración en el adorno.
   Muchos de nosotros también tenemos, de una forma u otra “horror vacui”: tenemos miedo a quedarnos sin cosas porque esas posesiones desvían nuestra atención y así no reconocemos el vacío interior: rodearnos de cosas, personas, obligaciones... nos impide estar con nosotros mismos, esa persona a la que tanto miedo tenemos.
    De esta forma se justifica que haya personas capaces de soportar las burlas crueles de sus “amigos” con tal de no estar solos; o de sufrir a una pareja destructiva con tal de no encarar la soledad; o de lidiar con una familia desestructurada y desestructurante para no verse “desamparado”.
    Si para nuestras circunstancias personales aplicáramos las dos frases reseñadas por Chocobuda (identifica lo importante y desecha lo demás) ¿cómo y cuánto cambiaría nuestra vida?
    ¿Seguiríamos en un trabajo impersonal o agobiante?¿Seguiríamos apuntados al gimnasio, siendo Presidentes de la Asociación de Vecinos, y del Club de Simpatizantes de las Zanahorias Verdes, y en la Junta de Accionistas del Macanudo Fútbol Club, además de asistir a clases de guitarra los lunes, de ajedrez los jueves y de cocina alternativa los martes y viernes (todo eso al mismo tiempo)?
    En nuestras vidas barrocas o de estilo rococó (depende del grado de complicación que le queramos dar), plantearnos que sólo lo que es realmente importante merece la pena y llevar a cabo el “plan de limpieza”, supone un auténtico terremoto: dejaríamos esas relaciones tóxicas (familiares, amistosas o de pareja) y nos quedaríamos con los verdaderos amigos, la verdadera familia y el verdadero amor (aunque sea el amor a nosotros mismos); dejaríamos de soportar estoicamente los abusos del Jefe o de los compañeros de trabajo y les plantaríamos cara (a veces con sólo decirles que estás harto, te dejan en paz; otras veces, te despiden); dejaríamos de acumular pertenencias (cosas físicas o carnés de “pertenencia” a uno u otro club); dejaríamos de conservar recuerdos inútiles (físicos o mentales); y así un largo etcétera.
    ¿Qué vacío nos da miedo enfrentar? ¿Somos conscientes de que todos tenemos esos mismos miedos, y que la única manera de vencerlos es enfrentarnos a ellos?
    Dale un susto al miedo, pon tu pie en la cuerda floja y verás que el camino se allana y se engrandece: parece magia pero en realidad es valor, el valor de enfrentarse a uno mismo, de asumir nuestra parte oscura y, desde ahí, buscar la luz.
    Después de esta parrafada espiritual, párate a pensar en esas dos frases: identifica y desecha, porque la clave de tu felicidad está encerrada en ellas, te lo aseguro.

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