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miércoles, 20 de junio de 2012

LO QUE APRENDES LAVANDO LOS PLATOS

             Es curioso lo que puedes llegar a pensar mientras lavas los platos: la cantidad de cosas que pueden pasar por tu cabeza en un minuto son innumerables...aunque, a veces, consigues centrarte sólo en lo que haces y entonces ¡guau!, tu mente descansa y entras en una especie de trance estupendo que tu cabecita atolondrada y estresada agradece enormemente.

Pero por regla general, lavas tus platos en medio de un montón de cosas que hacer y con prisas, y si es la loza de la cena, con sueño y ganas de terminar.

Sin embargo, en medio de esa vorágine de ideas, cosas pendientes y ensoñaciones, de vez en cuando surgen genialidades.

Te das cuenta de que lavar los platos es una metáfora de la vida:

Si lavas tus platos nada más terminar de comer, no se acumulan residuos: si lavas tus rencores nada más fabricarlos y perdonas, no acumulas resentimiento.

Si tus platos tienen restos de comida incrustada, es mejor dejarlos a remojo sólo con agua y lavarlos más tarde: las cosas más duras necesitan paciencia para resolverse, pero también acción (no dejar los platos al aire y sin remojo, sino actuar y esperar)

Si tienes pocos platos, terminas antes tu tarea: acumular posesiones entorpece tu vida y te quita tiempo para lo importante.

Si utilizas lavavajillas ecológico, no te harás daño a ti mismo (veáse dermatitis del anillo, por ejemplo) ni al medio ambiente: para hacer bien tu trabajo no necesitas dañarte a ti mismo ni a los demás.

Si tienes tus platos lavados, tu casa parecerá más limpia: el orden físico te otorga claridad mental.

Si tienes costumbre de dejar los platos apilados día tras día, se te hace una montaña lo de lavarlos: dejar los problemas sin resolver, para más tarde, no hace sino agrandarlos.

Dejar aunque sólo sea una cucharilla de café en el fondo de la pila, sin lavar, desluce tu trabajo: sé cuidadoso y esmérate en los pequeños detalles, porque pueden hacer la diferencia entre lo bien hecho y la chapuza.

Lavar tus platos con el grifo abierto es un despilfarro: no saber poner límites en tu vida, también.

Obsesionarte con la limpieza te hace ver gérmenes donde sólo hay vida: tus neuras te impiden recibir la vida tal cual viene y aceptarla tal cual es.

La lista puede ser aún más larga, pero no puedo seguir escribiendo porque...¡tengo que lavar los platos!

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