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lunes, 11 de junio de 2012

O SOY RARA O ESTOY LOCA

   Con los tiempos que corren, sigo siendo optimista, sigo viendo la oportunidad en el problema y la solución en el equilibrio.
   Sigo creyendo en las personas por más que me defrauden, quizá porque cada vez acepto mejor que nadie es perfecto, ni siquiera yo.
        Sigo pensando que de la adversidad salimos fotalecidos y que de lo peor sale lo mejor que llevamos dentro.
   Sigo creyendo que es posible mejorar el mundo y que una sola sonrisa hace milagros.
   Ya no me ahogo en una vaso de agua, simplemente me lo bebo, respiro hondo y trato de salir del entuerto con un chiste.
   Intento ver el lado gracioso a lo inevitablemente gris y creo, todavía, que mientras hay vida, hay posibilidades.
   En medio de esta oscuridad cada vez mayor, encender cerillas no ahoga la negrura, pero sí ayuda a soportarla.
   Cuando miro a mi alrededor y veo tanto desánimo, tanta rabia, tanto odio, tantas "malas pulgas" (como dije en un post anterior), pienso "sí que soy rara" o como dice mi amiga Lo "que somos de otro planeta".
   Hundirse en el fango es fácil: sólo tienes que "no hacer" nada y además, obtienes la conmiseración de los otros.
   Salir airoso de ese mismo fango, y con humor británico, hacer un chiste elegante, es lo extraordinario.
   Y quienes caminamos por el fango sin hundirnos en él, sin identificarnos y convertirnos en fango, no somos extraordinarios: sólo queremos hacer extraordinariamente bien las cosas simples (como alguien dijo hace tiempo).
   Es por ello que digo que "o soy rara o estoy loca": es muy difícil encontrar, ahora, gente que aún conserve el sentido del humor y sea capaz de reirse de sí mismo (la mejor medicina contra el estrés), y algunos incluso se ofenden al ver que, contra viento y marea, sigues sin perder la compostura ante la injusticia y la estupidez.
   No perder la compostura no significa claudicar o ceder, o esconder la cabeza: significa saber que "si Dios tiene un plan para ti, no te dejará en la estacada"; saber que todo en esta vida tiene un fin y un propósito; saber que el único dolor que no cesa es el que no queremos olvidar; saber que después de la tormenta viene la calma y que no estamos solos ante el mundo.
   Y tú ¿también eres de esos locos raritos?

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